La historia del Alex Vindas. Un ejemplo que muchos papás deberíamos conocer y aplicar

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revisando contenidos para el sitio que mantengo dentro de scoop.it [Cuidando] he encontrado una historia bellísima que me gustaría compartir con vosotros: Se trata del relato de Claudia Benavides Salmón, hablando sobre la experiencia de Alex Vindas.

 

Espero que lo disfruten y les emocione como me ha sucedido a mi.

El papá Canguro – Derecho a una paternidad responsable

De Larry J. Madrigal, basado en el testimonio de Alex Vindas, Departamento Ecuménico de Investigaciones (San José, Costa Rica), 2007. Escuela metodológica en Masculinidades, Equinoccio. Sesión 3 Grupo 3 Paternidades y Masculinidades. Lectura 2: La vida real: Alex Vindas.

El papá Canguro.

Su nombre es Alex Vindas, y cuando nació su bebé apenas tenía pocos meses de casado, poca experiencia en la vida y muchos sueños en la bolsa. Muchos más sueños que dinero. Alex tuvo la gran dicha de embarazarse con su esposa muy pronto, como lo habían deseado desde novios.
 
Una noche de lluvia en San José, comenzaron dolores muy fuertes y una sensación de malestar general que se fue agravando. Alex y su esposa decidieron dirigirse hacia el Hospital, con un mal presagio en las mentes y el corazón compungido. Su esposa tenía solamente cinco meses de gestación y cualquier pronóstico no podía ser más reservado ni menos optimista. Los doctores confirmaron todo. Hacia la madrugada vino al mundo un varoncito que pesó menos de una libra. Era prematuro y para sobrevivir tendría que vivir en una incubadora.
 
No faltaron voces de desaprobación cuando la noticia se regó por las familias; los médicos corrían. Alex se sentó triste y asustado, con el corazón latiendo fuerte. Por la mañana, con el desvelo a cuestas, él y su esposa fueron contactados por la unidad de neonatología y les brindaron una esperanza. Acababa de iniciarse un programa con el Método “canguro”: “¿Qué puede haber mejor para un bebé prematuro que el calor de su propia madre y el contacto piel con piel?” decía la enfermera.
 
El Hospital 12 de Octubre de Madrid fue el primero en implementar el “Método Canguro” que permite que la madre esté ininterrumpidamente con su bebé en vez de tenerlo lejos en una incubadora. Comenzó a usarse en Colombia debido a la falta de incubadoras, y extenderse su uso por otros países como Perú gracias a sus beneficios.
 
La posición vertical del recién nacido permite que se alimente con leche materna, y ayudar a que la oxigenación, la frecuencia cardiaca y otros parámetros fisiológicos se mantengan dentro de los rangos normales. Además, el rol termorregulador de la madre, y la estimulación temprana son factores claves para el buen desarrollo del bebé. Las madres que deciden incubar a sus bebés con el método canguro aseguran que es una experiencia indescriptible en la que ambas partes salen beneficiados.
 
Todo sonaba bien. Pero había un problema: ella estaba muy mal. Las complicaciones del embarazo dificultaban la lactancia y su estado de salud general era delicadísimo. No había posibilidad de seguir tal programa. La enfermera entendía bien y les espetó: “bueno, ¿y por qué no consiguen a la suegra o a su madre, joven? Ustedes son muy jóvenes y deben tener madres jóvenes todavía”. Tampoco era posible. La situación era muy delicada.
 
“Si vos no podéis, entonces puedo yo. Yo soy el papá. Yo puedo. No puedo dar leche, pero podemos buscar ayuda en el hospital”. Voltéo hacia la enfermera: “¿tiene que mamar de su madre o puede hacerlo con biberón?” “¿Está usted loco?, ¡usted es hombre!”. Y después de pesados segundos de silencio, la enfermera se excusó: “Esto no lo puedo decidir yo”.
 
Minutos. Consultas. Silencios. Finalmente, el jefe de unidad se presentó. “Si está dispuesto, tiene que saber que esto es de cuidado y responsabilidad. Es delicado, requiere mucha higiene y son muchas horas al día. No lo puede abandonar. Si sucede, inmediatamente entramos a incubadora. Hay unos biberones especiales…”
 
Eran siete horas de dedicación todos los días. Alex llegaba todos cada día, a la misma hora. Rigurosamente limpio, entraba al salón neonatal del programa Canguro, se desvestía y se ponía la bata especial. Respiraba hondo y las enfermeras le traían al bebé. Su bebé. Su hijo, ese pedacito de carne. Él lo ponía junto a su pecho velludo y lo apretaba suavecito, balanceándose levemente. Le hablaba bajito, en susurros, le contaba cosas con el pensamiento, le cantaba de a pedazos canciones que se acordaba de cuando él era niño.
 
Había pedido permisos en el trabajo donde afortunadamente le creyeron y apoyaron. Hacía doble o triple jornada en la casa, con el bebé y con su esposa que seguía delicada además de la jornada para trabajar, ya de noche.
 
Al principio lo veían con sospecha. El primer día una madre gritó al entrar y verlo sentado. Otra puso la denuncia en enfermería por abuso e irrespeto de un hombre en la sala de neonatos, sólo destinada para mujeres. Se cambiaban con la cortina cerrada y así daban de mamar y cuidaban a sus bebés. A él lo arrinconaban con miradas, silencios y poses de desprecio.
 
Un mes después, Alex, con muchas ojeras y grandes sonrisas, ya lo sabía todo del departamento: chismes, dosis, nombres y muchos consejos de madres para incubar. Las vecinas de mecedora y bebés, le contaban todo y él preguntaba. Se reían despacito. Era “la mamá más varonil y peluda que se había visto”, bromeaban las señoras. Alex respondía: “soy el papá que siempre quise ser”. Aprendió a tomar la temperatura del bebé, cambiar el pañal y más adelante, a poner la ropita adecuada. Pudo encargarse del cuidado de la boca de segregaciones, cómo aplicar ungüento de glicerina en los labios, al igual que darle el baño al bebé bajo la supervisión de la enfermera.
 
Ahora Alex hijo tiene ya siete años y su cercanía con Alex es intensa. Cuando se cae, cuando no tiene sueño, cuando grita, cuando le pegan, cuando tiene hambre… Siempre sale corriendo en busca de Alex.
Alex dice que vivir su paternidad de este modo le ha hecho creer que no se tratara de sustituir a la madre. Se trata de vivir de un modo más pleno su paternidad. La mamá de Alex hijo se ríe y dice que es un niño muy tierno e inquieto, que tiene una relación especial con su papá. A veces se bañan juntos los tres o sólo con él. Con el papá canguro. El tercero que hubo en Costa Rica.
 
 

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1 respuesta

  1. 12 febrero, 2013

    […] algunos días te contaba la fascinante historia de Alex, el papá […]

y tú ¿qué dices?